Se aproxima la gran ola: la navidad.
Yo prefiero las pequeñas olas, esas que saltamos continuamente, con los amigos, con la familia, las olas del día a día, un beso al despertar, un café con buena charla, un abrazo cariñoso y sincero.
Pero la gran ola es... un mantel con motivos navideños, una comida que simula la abundancia, un despliegue de adornos de los cuales no conocemos ni el sentido, compras absurdas e innecesarias.
Me quedo con las pequeñas olas, una reunión familiar improvisada, una tarde paseando con una amiga por el parque, una mañana soleada en el huerto común, risas de niños al salir del colegio.
Pero habrá que prepararse, la gran ola se acerca y hay que coger impulso para saltar y no dejarse llevar demasiado lejos por la resaca.
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