Todos somos Aminetu, pero no tenemos su valor. Todos somos ciudadanos del mundo, pero no dejamos que lo sean también nuestros vecinos. Todos vivimos sobre una mama tierra, dolorida y avergonzada por nuestro empeño en excluir, en apartar, en expulsar. Ayer, en Rivas, muchas voces se trenzaron en una poderosa cuerda, una cuerda de esperanza, no para atarla, sino para lanzarla a las manos de los que andan suspendidos en la no ciudadanía, en la no tierra, en la no libertad. Agárrala fuerte, Aminetu y tira de ella, tu fuerza hará que algunos caigan y otros se levanten.
Pensamientos de una estrella de mar